LAS
ROCKOLAS
EQUIPO
AMPLIFICADOR DE SONIDO MUSICAL PARA EVOCAR RECUERDOS INOLVIDABLES
Recientemente, visitando un local, por demás acogedor, situado en el municipio San Diego, estado Carabobo, Venezuela, al cual acudí para degustar un café tras una jornada laboral exigente, quedé sorprendido al observar en uno de sus espacios internos la presencia de 3 rockolas conservadas en impecables condiciones que incluso, preservan aún sus mecanismos operativos para el deleite musical de los presentes.
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Foto; Ángel Perozo |
En ese instante, justo estando
frente a ellas, tome la iniciativa de captar en imágenes su estado actual con
el interés de difundir por nuestro blog digital lo que representaron y aun
representan estos equipos a través del tiempo desde su invención.
Esta es su historia…
A pesar de que la rockola tiene una imagen ligada a
los años del rock and roll, sus orígenes están mucho más atrás. Como cosa
curiosa le comento que el nombre de “Rock-Ola”, como marca comercial, apareció en 1935, casi 20 años
antes de que naciera el género del rock and roll, y muchos afirman que el
nombre del ritmo se inspiró en el de las máquinas musicales.
La historia de la sinfonola
se remonta a 1877, cuando Tomás Alva Edison inventó el fonógrafo. Poco después,
en noviembre de 1889, Louis Glass, un empresario californiano, compró una
máquina de Edison, le acopló una ranura para monedas y la instaló en el Saloon Palais
Royale, de San Francisco en una sala que contó con una multitud de personas que
presenció en silencio con los auriculares puestos el histórico instante.
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Foto; Ángel Perozo |
El fonógrafo de Edison no
tenía mucho en común con las tragamonedas del siglo XX: tocaba un cilindro de
cera, no tenía amplificadores eléctricos y sólo podía reproducir una melodía. La
música salía por un megáfono, especie de cono amplificador, y el escucha tenía
que colocarse muy cerca para oír bien.
En aquel entonces casi nadie
había visto un fonógrafo, así que el aparato de Glass accionado por monedas
resultó una verdadera novedad. Los usuarios pagaban cinco centavos por escuchar
la melodía de dos minutos de duración y la máquina reportaba ingresos de 15
dólares a la semana, una cantidad bastante buena en 1889.
La noticia de la máquina
generadora de ganancias cundió por Estados Unidos. Docenas de bares y cantinas
copiaron la idea y así surgió una nueva industria enfocada a capitalizar la
naciente moda. Después apareció la primera rockola de verdad: la Automatic
Entertainer, que en vez de utilizar los cilindros de Edison usaba discos de 10
pulgadas, ofrecía varias canciones, tenía un enorme megáfono y podía distinguir
entre monedas de verdad o falsas rondanas.
Pero la característica más
notable de la Entertainer era su mecanismo para cambiar los discos: estaba
montada dentro de un gabinete de vidrio en la parte superior del mueble y los
clientes podían ver cómo la máquina tomaba el disco, lo colocaba y lo tocaba.
Para la gente, ésta sola función valía los cinco centavos que pagaba. A partir
de entonces, la rockola en sí misma fue un espectáculo tan atractivo como la
música que tocaba. Pero a la Entertainer le faltaba algo fundamental: un mayor
volumen de sonido.
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Foto: Ángel Perozo |
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